El riesgo de que el sistema de salud vuelva estar al límite de sus capacidades impacta emocionalmente a los funcionarios que trabajan con agotamiento físico y mental acumulado tras quince meses de pandemia.
El presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) Dr. Román Macaya Hayes reconoce el cansancio en todos los niveles de la organización, pero confía en que el personal pueda continuar con el trabajo sostenido porque “la Caja es un ejército de bien con la misión clara de proteger a la población en todas las circunstancias”.
“El personal está cansado, pero sigue comprometido y hace el trabajo con mucha mística” señala el presidente ejecutivo al comentar la gestión sin descanso de 413 días desde el primer caso, aunque la preparación comenzó mucho tiempo atrás.
Por eso el doctor Macaya valora que “muchos funcionarios trabajan en el anonimato con la motivación de ser conscientes de su rol en la protección de los ciudadanos”.
Anuncio de nueva ola de contagios aumenta la tensión
Los funcionarios temen que ellos, sus familiares o sus compañeros se contagien, pero también están preocupados por brindar la mejor atención posible a los pacientes, especialmente a los más graves, pero sienten presión al ser conscientes de que los enfermos tendrían menos oportunidades de sobrevivir en un sistema saturado.
Esas circunstancias disparan la sensación de angustia y ansiedad mientras las autoridades institucionales emiten alertas a la población para que aumenten las medidas sanitarias y reconozcan el esfuerzo de cada uno de ellos como una contribución para cortar el contagio y sostener al sistema de salud.
Un funcionario resume así la difícil tarea de equilibrar los deseos propios con el deber; “Cuando vemos las aglomeraciones de gente sin protección sentimos como una ola gigante de enfermos que se nos viene encima y nos cuesta comprender por qué nosotros nos sacrificamos por personas sin deseo de cuidar su propia salud. Dígales lo que nosotros sufrimos mientras ellos gozan, para que sean conscientes y se sumen a la lucha contra el virus en las comunidades”.
Otro funcionario afirma “ellos no los ven respirar con dificultad, no los ven sufrir, no ven el miedo en los ojos cuando les decimos que hay que entubarlos, no los ven morir como nosotros, quizás por eso no comprenden que hay que luchar por la vida en la casa como lo hacemos nosotros en el hospital”.
Los testimonios de la ansiedad están presentes en todos los niveles de atención. “Aunque no veamos pacientes las jornadas son largas, la presión es constante, en la casa uno pasa pensando en el trabajo, nuestra rutina cambió radicalmente, hacemos el mayor esfuerzo y llegamos a límites donde a veces las cosas ya no dependen de nosotros y aun así nos señalan como si nosotros no estuviéramos matándonos para sostener el sistema. Es frustrante.”
Aunque también existen relatos de agradecimiento por el apoyo. “Conozco gente que ha vivido un año en confinamiento cuidándose, lo sé porque hace mucho no los veo; me llaman y me preguntan cómo estoy y hasta ganas de llorar me dan cuando me dicen que rezan por nosotros, para que no nos pase nada en el hospital”.
De la experiencia individual a la vivencia colectiva
Desde el inicio de la pandemia la Organización Mundial de la Salud calificó al personal sanitario como grupo de “riesgo laboral” por estar expuesto al alto estrés y por el desgaste gradual, acumulativo y profundo que va debilitando su capacidad de acción y cognición.
La revista médica "The Lancet" reportó que el personal sanitario de China fueron los primeros en reportar la sobrecarga de trabajo, la frustración, el agotamiento físico y mental, la situación de aislamiento y la gestión de gran cantidad de pacientes con emociones negativas que afectaban su estabilidad emocional.
En la Caja los especialistas en medicina de trabajo, los psicólogos y trabajadores sociales consideran que hay peligro real de que funcionarios entren en episodios críticos en cualquier momento tras el agotamiento acumulado.
Consultados para evaluar la situación actual los expertos que ven pacientes en terapia la califican del estado general de “estrés crónico”, una condición que tiende a aumentar con las noticias de la nueva ola de contagios.
El personal sanitario se siente frágil, por la alta exposición al contagio; desorientado, por los contantes cambios en los protocolos de trabajo según se ajusta la atención al avance de la pandemia y sobrecargado, por las jornadas que muchas veces alcanzan 90 horas laboradas a la semana.
Los equipos de contención que atienden funcionarios en la Caja han detectado todos los síntomas que la literatura médica describe como posibles signos de estrés: ansiedad intensa, incertidumbre, fatiga por compasión, quedando propensos a desencadenar alteraciones mentales como depresión, trastorno de estrés postraumático e incluso ideación suicida. (Para saber más de estos síntomas vea la lista al final del texto)
Monitoreo y apoyo
Los servicios de Psicología, Trabajo Social, Enfermería en Salud Mental y personal de psiquiatría han desarrollado y llevan a cabo procesos de educación en salud mental y los equipos de salud ocupacional implementan acciones para detectar y coordinar acompañamiento a quienes lo soliciten.
Además un grupo interdisciplinario organizado desde la Gerencia General trabaja junto con gestores en las regiones del país para monitorear e impulsar acciones para contener la fatiga mental entre los funcionarios.
El aprendizaje de la organización en este tema incluye que algunos funcionarios sobrellevan la pandemia con menor alteración, pero otros requieren apoyo, afirma Alfonso Villalobos Pérez de la coordinación nacional de psicología de la Caja.
Dentro de ese contexto se reconoce que la mayoría de los funcionarios de la Caja vive algún tipo de síntoma de estrés, desde los más leves como el insomnio hasta los más graves como la fatiga que no se quita con descanso o la sensación de sentirse al borde de colapso nervioso, una experiencia individual que pocas veces se comenta entre compañeros y más bien se explora en las terapias individuales o grupales, porque es posible que esas situaciones personales las vivan en silencio.
“Es importante dar a conocer que este efecto es algo esperado en estas condiciones, pues como toda persona, el personal sanitario siente y se ven afectado, de una u otra forma por lo que vive, lo que ve, con quién hablamos y el contenido de los pensamiento y emociones”. De esa manera, están más abiertos a buscar terapia cuando es necesario, señaló el psicólogo.
AUDIOCLIP ADJUNTO Alfonso Villalobos Pérez psicólogo / Coordinación Nacional de Psicología
Para saber más:
¿Cuáles síntomas se han detectado y se reconocen en el personal de la Caja?
- Frecuencia cardíaca rápida, palpitaciones, tensión muscular, dolores de cabeza, temblores, dificultad gastrointestinal, náuseas, incapacidad para relajarse cuando no está de servicio, problemas para conciliar el sueño o quedarse dormido, pesadillas.
- Aumento o disminución en los niveles de energía y actividad y, cuando ya tenían algún consumo desde antes de pandemia, aumento en el consumo de alcohol o tabaco.
- Sentimientos negativos: enojo, frustración, irritabilidad, tristeza profunda; dificultad para mantener el equilibrio emocional.
- Dificultad para pensar con claridad: desorientación o confusión, dificultad para resolver problemas y tomar decisiones, dificultad para recordar instrucciones.
- Comportamientos problemáticos o riesgosos: toma de riesgos innecesarios, no usar equipo de protección personal, negarse a seguir órdenes o abandonar la escena, poner en peligro a los miembros del equipo, aumentar el uso o mal uso de medicamentos recetados o alcohol.
- Desgaste personal: sensación de un cansancio crónico, donde la persona si bien realiza sus actividades laborales cotidianas, se siente cansado más de lo esperado al final del día o antes de que termine la jornada.
- Conflictos sociales: irritabilidad, ira y hostilidad, culpa, capacidad reducida para apoyar a los compañeros de equipo, conflictos con sus compañeros o familiares, retraimiento o aislamiento.
- Aumento de peso por ansiedad.
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